Se despertó adormecido, no quería abrir los parpados, la luz lastimaría sus ojos, después de tres días de juerga, iba a ser dificil retomar la rutina, no recordaba como volvió a casa, como llegó a su cama, sólo que estuvo bebiendo de forma irracional durante los últimos tres días.
Revisó su ropa que expedía un olor irreproducible, tenía sus llaves, billetera, teléfono, al parecer todo bien, se le cruzó como un flash por la mente el recuerdo del momento en que, el dueño del bar le devolvió sus anteojos, pero ¿dónde estaban?, buscó palpando la mesa de noche, allí los encontró.
No había perdido nada, algo extraño pero tranquilizante, tanto exceso no le traería consecuencias, se dirigió al baño porque sintió repentinamente que su vejiga se reventaba. Ingresó al baño a tientas, apuntó al retrete y empezó a descargar, todavía con los ojos cerrados buscó el interruptor de la luz, sentía que algún bicho le mordía el dedo medio del pie, tenía que abrir los ojos, estaba amaneciendo, lo hizo de forma lenta, hasta que se acostumbró a la luz flourescente del baño, había salpicado la taza, terminó de orinar y dirigió su mirada nubosa a su pie izquierdo, de donde se había desprendido un rastro de sangre roja viva através de su recorrido hacia el baño, intentó abrir mas los ojos como si esto pudiera mejorar su visión, se agachó dirigiendo su vista a los dedos de su pie izquierdo, exactamente al lugar del dedo medio donde sintió la mordida del bicho, increiblemente su dedo medio no estaba, en su lugar una costra de color podrido, de donde se desprendía un charco de sangre.
Miró al techo y se consoló, por lo menos no perdí el riñon!.
1 comentarios:
Hay que matar esas ratas hijas de puta! Hay que limpiar mejor, saca la basura mas tarde.
Publicar un comentario